Capitulo I
Maribel Narváez inicia el capítulo haciendo una precisión metodológica. En primer lugar se refiere a la polémica distinción entre un primer y un segundo Wittgenstein. Como es una distinción aún no esclarecida, la autora establece que por el segundo Wittgenstein entiende el contenido del libro la Investigaciones Filosóficas. Además aclara que no se ocupara de cuál es la filosofía del segundo Wittgenstein, sino qué es la filosofía en el segundo Wittgenstein
Posterior a esta aclaración, entra la autora a hablar del Tractatus, pues considera que su contenido permite aclarar la pregunta sobre qué es la filosofía en las Investigaciones filosóficas:
1. Origen: El Tractatus fue publicado en 1922 y fue elaborado entre 1911 y 1918, durante el paso de Wittgenstein por el ejército Austriaco en la primera guerra mundial.
2. La estructura: El Tractatus consta de enunciados ordenados de acuerdo a un sistema de numeración decimal, que subordina unos enunciados a otros y da mayor importancia a aquellos enunciados con menos dígitos.
3. El objetivo: Su objetivo fue de alcance global o último, es decir, tenía la pretensión de culminar con todos los problemas filosóficos al reducirlos a incomprensiones del lenguaje. Su idea era la de tomar a la lógica como el punto que relaciona al mundo y al lenguaje.
4. Contenido: Teoría pictórica: El lenguaje figura al mundo y esto es posible porque ambos comparten una misma figura lógica, según lo aclara Narváez. Esta teoría es rastreada en unas anotaciones en sus cuadernos donde relaciona un accidente de tránsito y su representación a través de unos muñecos en un tribunal. La representación comparte con el estado de cosas una misma figura lógica, en virtud de la cual es posible la figuración. Hay una relación isomórfica entre mundo y lenguaje.
No obstante esa relación no es del todo transparente, pues el lenguaje disfraza u oculta la estructura lógica. Por lo tanto es necesario un análisis lógico, esto es, una descomposición en elementos más simples. Así, los objetos simples se deben corresponder con los nombre en un punto. Los objetos simples, por esa simpleza, no pueden ser descritos sino sólo nombrados. Wittgenstein, como señala Narváez, no da ningún ejemplo de un objeto simple, más ello se debe a que su existencia no se debe a un motivo empírico, sino a una necesidad lógica. Si no existieran lenguaje y mundo no tendrían conexión.
Maribel Narváez inicia el capítulo haciendo una precisión metodológica. En primer lugar se refiere a la polémica distinción entre un primer y un segundo Wittgenstein. Como es una distinción aún no esclarecida, la autora establece que por el segundo Wittgenstein entiende el contenido del libro la Investigaciones Filosóficas. Además aclara que no se ocupara de cuál es la filosofía del segundo Wittgenstein, sino qué es la filosofía en el segundo Wittgenstein
Posterior a esta aclaración, entra la autora a hablar del Tractatus, pues considera que su contenido permite aclarar la pregunta sobre qué es la filosofía en las Investigaciones filosóficas:
1. Origen: El Tractatus fue publicado en 1922 y fue elaborado entre 1911 y 1918, durante el paso de Wittgenstein por el ejército Austriaco en la primera guerra mundial.
2. La estructura: El Tractatus consta de enunciados ordenados de acuerdo a un sistema de numeración decimal, que subordina unos enunciados a otros y da mayor importancia a aquellos enunciados con menos dígitos.
3. El objetivo: Su objetivo fue de alcance global o último, es decir, tenía la pretensión de culminar con todos los problemas filosóficos al reducirlos a incomprensiones del lenguaje. Su idea era la de tomar a la lógica como el punto que relaciona al mundo y al lenguaje.
4. Contenido: Teoría pictórica: El lenguaje figura al mundo y esto es posible porque ambos comparten una misma figura lógica, según lo aclara Narváez. Esta teoría es rastreada en unas anotaciones en sus cuadernos donde relaciona un accidente de tránsito y su representación a través de unos muñecos en un tribunal. La representación comparte con el estado de cosas una misma figura lógica, en virtud de la cual es posible la figuración. Hay una relación isomórfica entre mundo y lenguaje.
No obstante esa relación no es del todo transparente, pues el lenguaje disfraza u oculta la estructura lógica. Por lo tanto es necesario un análisis lógico, esto es, una descomposición en elementos más simples. Así, los objetos simples se deben corresponder con los nombre en un punto. Los objetos simples, por esa simpleza, no pueden ser descritos sino sólo nombrados. Wittgenstein, como señala Narváez, no da ningún ejemplo de un objeto simple, más ello se debe a que su existencia no se debe a un motivo empírico, sino a una necesidad lógica. Si no existieran lenguaje y mundo no tendrían conexión.
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